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Cartas al Director - Literaturas.com

Avellaneda reencarnado. (Respuesta al comentario del Quijote como bazofia) por Francisco Granado

Recibimos una nueva carta del lector Francisco Granado de Sevilla, respecto al articulo aparecido en nuestra revista en el número de marzo. Se titula Avellaneda Reencarnado y es una respuesta  al articulo de "La bazofia del Quijote"  escrito por Luis Carlos Nieto.

Sr Director:

Las ofensas dirigidas contra Cervantes en su revista han ido más allá de lo que  humanamente he podido soportar. Jamás había leído una denuncia tan rayana en lo cómico ni había visto la ignorancia mostrarse tan ufana de su inanidad.

Lo inquietante es que el calumniador se designe a sí mismo filólogo (me temo que se refiera a la Filología Hispánica). No me explico para qué ostenta lo que no le beneficia. Si desde el corazón mismo de las Humanidades Hispánicas se llega a esto, ¿qué futuro nos espera?

Hiere la piel lo burdo del tejido, la carencia de cualquier aliento humano, la estulticia mostrada con alevosía de reincidente, el rencor amarillo que no conoce el decoro.

Que un ser que supuestamente ha estudiado filología relegue la relevancia del Quijote a lo meramente idiomático lo hallo de todo punto incomprensible. Nunca me fue dado contemplar semejante incapacidad. Tenía noticia de que el nivel universitario era bajo, pero ¿tanto?

Admito que no le guste el libro al difamador, aun a pesar de la exquisita educación que muestra haber adquirido.  Pero que de un libro que tiene de todo y cuya visión es tan abarcadora, nuestro hombre se limite a proferir insultos, por no hablar de los que lanza al mismo Cervantes, lo considero risible, peor aún, patético.   

¿No será este la reencarnación de Avellaneda? Un espíritu servil y canallesco recorre la crítica perpetrada por el infiel. Pero analicemos el comentario. Ha cometido algunos errores, no diré de mal gusto, porque eso no tiene remedio, sino de argumentación.

Noto en primer término que ha querido dotar a su crítica de un lenguaje actual, con garra. Pretende que su sinceridad palpite con la vibración de la calle y así plasme un sentir general. Para la gente que no está dispuesta a leer ni un artículo del periódico, lo voluminoso del Quijote representaría algo así como escalar el Himalaya y él quiere reflejar tal pasmo.

El propio título es anticipo de lo que nos espera: "Fundamentalismo cultural o por que el Quijote es una bazofia y un muermo."

Con afán de rabiosa actualidad emplea esa palabra tan de moda, “Fundamentalismo”, usada para denostar actitudes intransigentes, y la pasea ante el lector. Pero en qué consiste el tal fundamentalismo cultural, queda en el aire.

Intentaré ayudarle. Digamos que ese Fundamentalismo cultural al que declarado la guerra consistiera en buscar la esencia última de una cultura, en preservar un modo de vida y costumbres, el sentido artístico de un pueblo en un determinado momento de su historia. Ese deseo de reconocerse en las señas de identidad culturales, ese amor por la propia raíz de un pueblo se sustentaría en la defensa a ultranza de un libro, del Libro.

Es lo que se llama una reducción al absurdo, y convierte al Quijote en el pilar que sustenta toda la trama cultural española. Llegados a esto, el filólogo propone que tal libro merece la descalificación y sus defensores el desprecio. Yo me pregunto: ¿Ese apego intelectual a lo español merece tan violenta censura? Este es el meollo de todo el asunto.

Como el propio título a elección del término advierte, el crítico busca el insulto. Con torpeza expresiva viene a decirnos eso, que sólo una defensa a ultranza de cierta españolidad mantiene en pie la fama del Quijote. No sé que en China o en Norteamérica tengan un deseo especial por preservar la literatura española ni que Rusia se desviva por lo español. Sin embargo, la consideración por la obra cervantina es abrumadora en esos lugares, no digo ya entre escritores. Pero claro, estas vislumbres no se le alcanzan al “filólogo”. El ha venido a atacar al sistema español, a la oficialidad académica que sobrevive de espaldas a la verdad, y para ello viene a vociferar su arenga.    

Su crítica pivota sobre unos cuantos reproches aislados de algunos críticos y en la mención de autores a los que declara de su cuerda sin más explicación, y a los que por supuesto otorga una credibilidad y una autoridad que no está dispuesto a conceder al propio Cervantes.

Su visión es tan parcial que sólo se atiene a los pasajes reprobadores que ha ido encontrando en esos escritores sin querer recoger tantos elogios que los mismos citados también han prodigado. Veamos los primeros que nombra:

Aparece Unamuno. Nada menos. Lástima que no lo haya leído. Le hubiera hecho mucho bien. Por ofrecer algún ligero apunte de los muchos escritos que Unamuno le dedicó al héroe cervantino, hago una cita textual de su obrita “El Sepulcro de Don Quijote” que le viene al pelo al crítico:

 “Si nuestro señor Don Quijote resucitara y volviese a esta su España, andarían buscándole una segunda intención a sus nobles desvaríos. Si uno denuncia un abuso, persigue la injusticia, fustiga la ramplonería, se preguntan los esclavos: ¿qué irá buscando en eso? ¿A qué aspira? Unas veces creen y dicen que lo hace para que le tapen la boca con oro; otras que es por ruines sentimientos y bajas pasiones de vengativo o envidioso; otras que lo hace no más sino por meter ruido y que de él se hable, por vanagloria; otras que lo hacen por divertirse y pasar el tiempo, por deporte. ¡Lástima grande que a tan pocos les dé por deportes semejantes!”

Claro. Después de esto, un lector piensa “¡qué desprecio le tenía Unamuno a Cervantes!”.

Nombra luego a Nabokov. No tiene suerte. Este Nabokov, en su ciclo de conferencias para la universidad de Harvard, es cierto que mezcla algunas objeciones con grandes elogios. Se inventa además un original tanteo de las victorias y derrotas de Don Quijote, en el que resulta un empate que según él resulta delicioso artísticamente y lo pone como ejemplo de la intuición genial del escritor. Concluye su curso a los estudiantes con estas palabras textuales: “Ya no nos reímos de él. Su escudo es la compasión, su estandarte es la belleza. Representa todo lo amable, lo perdido, lo puro, lo generoso y lo gallardo. La parodia se ha hecho parangón.” 

No podemos decir otro tanto de nuestro crítico.

Sobre Borges. Es demasiado amplio el capítulo que podríamos dedicar a los comentarios y citas de este autor. La simple extensión  de sus citas cervantinas ya es muestra de cierta necesidad en Borges de acudir a Cervantes, de tomarlo como referente en muy distintas consideraciones y con propósitos diversos. No se tomaría tanto trabajo Borges con un mal escritor. Ya sé que a este rebelde sólo le sirven las frases escatimadoras y las poco generosas, pero aun así espero que me crea si le aseguro que de todo hay en el universo borgiano y que es mucho más constante el elogio. Ya sé que hago mal negocio si espero que me crea algo, pero donde las dan, las toman.

A continuación, nuestro gran filólogo dice que Cervantes tenía faltas de ortografía. Cuando impartieron las lecciones sobre la fijación ortográfica del idioma castellano ¿Dónde estaba él, de copas? Supongo que el tema no cayó en el examen y por eso ostenta su licenciatura de filología.

Luego hace un esfuerzo de erudición y cita el archiconocido comentario de Riquer sobre que Cervantes no releía su labor. Ojalá se hubiera aplicado él mismo su medicina y supiera lo que escribe.

Sobre demás críticos y eruditos, digamos que los lee con un ojo abierto y otro cerrado, para no tener que ver los elogios y sí quedarse con los reproches. Aquí es de notar la completa carencia e insignificancia del paciente, porque en lo que respecta  a conclusiones propias, es incapaz de elaborar ni una sola.

Denuesta la prosa cervantina con algunas sabidísimas lecciones gramaticales de sus autores predilectos, porque él no lograría distinguir un adjetivo de un verbo y redondea el logro criticando por alambicado el pasaje de "La luciente Febo". ¿No oyó hablar nunca este “filólogo” de la ironía cervantina? Se trata  de un párrafo que ridiculiza la florida prosa caballeresca. Pero claro, a un sordo no se le puede pedir que cante, por la propia naturaleza de las cosas. El mundo es injusto. Lo siento.  

No quiero saber qué clase de periodismo sensacionalista ha formado a semejante intelectual, pero su cosecha propia se limita a términos groseros y obscenidades proferidas contra la persona de Cervantes y sus personajes, con una antipatía y violencia más propias de Avellaneda y sus secuaces que de alguien de nuestros días. Mi pregunta es ¿no será este individuo el espíritu reencarnado de Avellaneda? 

Ahora lo entiendo. ¡Avellaneda vive entre nosotros! Eso explicaría su odio visceral por el hombre y su obra, el uso abusivo del insulto y la infamia. Lo tacha de manco y de viejo, de fracasado y otras lindezas. Yo creo que el tipo ha alcanzado tal grado de virulencia que Avellaneda lo ha poseído. Y de esto resulta una nueva adquisición para la tradición cervantina. Hemos asistido en primera fila a los vituperios y calumnias que se le arrojaron a Cervantes en vida y que él hubo de responder. Avellaneda ha vuelto tras cuatro siglos para que Cervantes justifique la existencia de su prólogo a la segunda parte.

 Le invito al espíritu irredento de Avellaneda a que lea, como en su siglo ya hizo, esa hermosa página y que, aludiendo al chiste que cuenta allí el escritor, termine escarmentado y diga la próxima vez que se le ocurra escribir:

¡Guarda, que es podenco!

 

11 comentarios

Fernando Alvarez Junco -

He escrito un libro, “Escrito con la zurda”, donde se esconden las claves necesarias para descubrir el verdadero y único lugar de la Mancha al que se refería Cervantes con su “de cuyo nombre no quiero acordarme” o “que no le saldrá en la vida” del romance “El Amante apaleado“, mediante cuatro sistemas: hieroglíficos, anagramas, profecías y lógica de la orientación con respecto a Puerto Lapice deducida del texto quijotil. Esto es sólo una parte, pues también la identidad de Avellaneda queda descubierta, y, lo que es más importante, un método para desentrañar frases ocultas de Cervantes en algunos párrafos de sus obras. Comprendo que lo dicho puede resultar extraño e increíble pero es absolutamente cierto y demostrable. El descubrimiento de estos enigmas me ha llevado tres años de trabajos y a escribir este mi primer y único libro que esconde un autentico tesoro literario: la existencia de formas ocultas en la obra de Cervantes, especialmente en el Quijote, algo que ha permanecido oculto durante 400 años y que ahora sale a luz. Quisiera ser tomado en serio y no es mi propósito tomar el pelo a nadie ni exponer teorías fantasiosas, repito que todo lo dicho es matemáticamente demostrable, y que de la lectura del libro se puede llegar a conocer el nombre de la aldea del Quijote, un pueblo nunca antes mencionado ni como sospechoso. Con todo, el libro oculta nuevamente dicho nombre, dejando que sea el lector avizor el que destape tal misterio si sigue las indicaciones y tiene un buen mapa de la zona o es conocedor de la Mancha. La identidad de Avellaneda, basada en la hipótesis de J. L. Pérez López, queda plenamente confirmada mediante la utilización del método descrito en el libro, aquí no se oculta nada, se dice clara y abiertamente quienes están implicados en el apócrifo y por qué. Todo esto puede sonar a vieja cantinela de los misterios de Cervantes y la cantidad de orates que ha generado, como Benjumea, Estrada, Atanasio Rivero y otros, de ellos también se habla en el libro, pero lo sorprendente es que en este caso se trata de un estudio serio y riguroso, presentado en forma de novela, con pruebas concluyentes que muestran la existencia de esas formas difíciles correspondientes al mejor manierismo literario y muy de moda en la época de Cervantes, que se sirvió de ellas para plantear adivinanzas sobre el lugar y Avellaneda. Sólo pido algo de credibilidad y también paciencia para leerse el libro. Interesados contactar con fajunco@hotmail.com

GUILLE -

NECESITO
COMIC DEL CAPITULO 42
DE DON QUIJOTE DE LA MANCHA

Jose de Gracia Mejias -

Estimada vanessa:

Soy un lector agradecido y las cosas que me gustan las alabo.

Creo que el señor Campos también tiene razón en cosas como el estilo, que suena un poc antiguo, pero me imagino que eso no es mérito ni demérito del Quijote, sino obra del tiempo.

He llegado a las bromas de los duques a Sancho y Don Quijote. Me parece una obra muy completa, aunque no está escrita (es verdad) para el ritmo de hoy día. Yo soy lector nocturno y casi debo ir a dos capitulos por noche.

Yo leí por obligacion la primera parte y mi recuerdo era muy malo. Ahora que he leído tanto de todo, me doy cuenta de que no es una cosa cualquiera eso de inventar tantas aventuras y que los personajes parezcan tan reales.

vanessa -

Corrosivo y brillante , Luis Carlos Campos. En efecto el quijote a veces es tedioso, eso es algo que no se atreve a criticar nadie en público, aunque tiene otras partes entretenidas. Creo está sobrevalorado.

Por cierto el mejía este pare el mismo paco granado autoalabándose, creo que se nota mucho. Si escribe tan bien que mande sus escritos a una editorial o a un premio, pero una carta al director, no me parece el lugar ideal para demostrar su nivel literario.

Jose de Gracia Mejias -

En el instituto me obligaron a leer deprisa y corriedo el primer tomo del Quijote y siempre le tuve manía. Leí el comentario del sr. Campos y aunque parecía muy violento, en cuanto a la novela, le daba la razón.

En cambio, el sr. Granado me ha hecho pensar. Sus comentarios no son mera retórica ajena, sino que tienen una vibración personal. Involucran al lector. Parecen literarios. Uno puede leerlos varias veces como a los articulistas. Releyendo sus palabras, he abierto la segunda parte que tengo en casa (edición cátedra) y me ha encantado el prólogo y lo del podenco. Y he seguido leyendo. Voy por el capitulo siete y la diversión continúa. Mucho mejor que
los premios planetas que mi mujer compra.

Una última cosa, ¿el señor Granado colabora en otros apartados?

Luis Carlos CAmpos -

Sí, hombre, Azorin y Clarín, eso ya es literatura de primera calidad. Eso sí.El primero un fascista, el segundo, incapaz de ir más allá de su tiempo, pero buenos escritores.

Cervantes una creación cultural, como las corridas de toros, la tortilla de patata, Jesucristo, Mahoma, el hombre del saco, Dan Brown o el timo de la estampita.Avellaneda escribía mil veces mejor.

Sólo necesitó alquién que le aconsejara así: "hijo , si quieres ser escritor y ser más ameno, no hagas párrafos tan grande, ni mezcles tantas historias y ripios sin ton ni son y vete un poco más al grano".

Pero un vejete delincuente, pesado, plasta y baboso de 70 años del siglo XVII, pues que te va a decir ahora en el 2006. Nada.

Francisco Granado -

Avellaneda ¿profanador de tumbas también? Uf, qué mala suerte.


Ahora estoy más tranquilo. Por un momento corrí el peligro de pensar que sentías algo personal contra Cervantes. Pero sólo eran conjeturas mías.

Reconozco que he disfrutado con la interpretación religiosa que tú dices se ha hecho. Ha habido de tantas índoles. Que si so obra es revolucionaria, masónica, atea, reaccionaria, iconoclasta... No me negarás que alguien así de ambiguo tiene su aquel.

Aunque tú no lo verías. Avellaneda debe ceñirse a su guión. Tarfe o muerte.

Sigues contando palabras. Conozco libros de matemáticas más divertidos. ¿Quieres perfección gramatical? Ahí tienes a Azorín. ¿Te van las estructuras? Bien por La Regenta.

No es eso lo que conmueve, no es eso lo que buscamos en un escritor. Pero hablar contigo es dar coces contra el aguijón. ¿A quién le importa la perfección técnica? La vida mancha, Avellaneda.



Luis Carlos Campos -

Profanar tumbas también. La aspiradora alcalina ( Cervantes chorizaba o aspiraba todo lo que se le ponía por delante) también profanó hasta su propia tumba. Le visten con un sayal franciscano en su túmulo final. Que es como si a Alcapone , como premio a sus multiples fechorías, encima lo entierras con una sotana, bonete y alzacuellos. Un chiste.

Mas que una caricia su estilo pesa como una losa, como 200 chones en brazos.Parrafazos como catedrales intercalados con caricias líricas cual:

Hirióle el amor con su azote
No con su blanca correa (pura lógica lo de blanca correa...)
Y en tocándole el cogote ( fina y lirica palabra, cogote, una caricia de poesía)
Aquí lloró don Quijote

Y de profano, nanai. Muñoz Iglesias, Lo religioso en el Quijote (1989). Confirma la religiosidad ubicua del Quijote.

«que Cervantes se considera un laico comprometido, desde su profesión de escritor profano, en el quehacer evangelizador de la Iglesia católica postridentina» (p. 326).

«Las primeras buenas nuevas que tuvo el mundo y tuvieron los hombres fueron las que dijeron los ángeles la noche que fue nuestro día, cuando cantaron en los aires “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”,

discurso sobre las armas y las letras (I, 37)

Este se apuntaba a todo, lo mismo a regentar una casa putas, que hacerse el místico y eruptar sobre los ángeles.

El Quijote es un bluff y sus adeptos víctimas del fundamentalismo cultural. ¿ Furia tordesillesca, un tipo que usa palabras como esas se describe a sí mismo, así como la propia puerilidad –Cervantes=comic para niños- de sus gustos literarios.

(Sólo el prólogo del Quijote con frases en latín, es más pesado que todo el libro junto

“Sólo quisiera dártelo monda y desnuda, sin el ornamento del prólogo -desfasa encima el tío...su desfachatez anciana no tiene límites- ni de la innumerabilidad y catálogo de los acostumbrados sonetos (con los que también nos castiga...hasta la muerte).... “ninguno tuve por mayor que hacer esta prefacción que vas leyendo...” y sigue, y sigue el tío... párrafo de 40 líneas...

Sólo soportar el prólogo es una experiencia sadomasoquista de primera categoría, sólo equiparabe a la lectura, con música de fondo de Rocío Jurado, de Sánchez-Dragó masturbándose sobre la Nueva Era ).

Francisco Granado -

El exaltado crítico insiste en que reconocer los logros de un artista equivale al fanatismo religioso. No veo la razón. Se puede admirar a un genio sin tocar un templo.

Hablando de religión. Es un mérito que en pleno apogeo de la Contrarreforma y de Trento, en una España católica como nunca, una obra tan extensa y exitosa como el Quijote se mantuviera en el plano laico. En palabras de Borges, desatiende o proscribe el color local. La locura de Don Quijote siempre fue pagana, consistió en batallas y amores, y la búsqueda renacentista de la fama.

Me reprocha el crítico que no aporte bibliografía en mi defensa. ¿No recuerda el prólogo del primer Quijote sobre la posibilidad de copiar esa bibliografía de otro libro, empezando en Aristóteles y llegando a Zeus?

Y sigue descalificando al escritor personalmente. Es pertinaz; nunca se acuerda de los prólogos de Cervantes.

Sus objeciones al pasaje del capitulo 50 adolecen de mirar con lupa los textos, algo que Cervantes no debió ni imaginar que ocurriría. Es cierto que la gloria puede ser una forma de injusticia. A mí lo que me interesa de la indiferencia formal de Cervantes es su gran expresividad. Comparada con la prosa del Barroco, tan pedregosa, su forma de escribir es una caricia.
El crítico persiste (no sé si decir que con furia tordesillesca) en calificar de ladrón a Cervantes. Pero me queda una esperanza. Aún no lo ha acusado de profanar tumbas.

Imaginemos que Avellaneda hubiera vencido. Que sus pullas hubieran sido certeras y el público abandonara el libro y el escritor no hubiera concluido la segunda parte. Al fin y al cabo, estuvo muy cerca de ocurrir. Bien. Se hizo justicia. Y ahora ¿qué?

Jose de Gracia Mejias -

Creo que el señor Campo ahora está empezando a emplear ejemplos concretos, lo que es de agradecer, para explicar su teoría. Si lograra no mostarse tan vituperador, y defendiera su tesis con más frialdad, creo que ganaría el debate.


El otro señor ha tenido una idea graciosa con lo de Avellaneda. Es una vuelta de tuerca al asunto.


Este tipo de controversias es muy entretenido. Felicito al equipo.

Luis Carlos Campo -


Nuevo ladrillazo de este pesado exegeta amateur, que sin ninguna cualificación filológica, se empeña en castigarnos con expectoraciones viscosas dignas su líder Religioso.

http://quijote.rincondelvago.com/1_50/

Esto me recuerda al capitulo L., donde Cervantes muestra su falta de misericordia con el léctor ..¡con diálogos de párrafos de 90 líneas!. La experiencia estética del receptor literario se convierte, como en las parrafadas diarreicas de Garrido, en una autentica experiencia sadomasoquista. El pobre lector sufre indemne la impericia de un anciano presidiario que nos dice cosas como:



“de tan verdes y frondosos árboles compuesta,
que alegra a la vista su verdura.”



Repite frases con 18 adjetivos. Llama a las arenas “menudas”, en adjetivo altamente informativo y estético. Y como no se le ocurre otro adorno mejor vuelve a repetir el mismo más adelante, para que Hatfelz, Rosenblat y Casalduero lo analicen dentro del contexto “de la obra de arte del estilo Quijote”:



“acá vee
otra a lo brutesco adornada, adonde las menudas conchas de las almejas”.



¡Almeja!., eso me remembra al alcahuete del puticlub de Atocha, que no sabe ni escribir utilizando palabros que se inventaba el mismo como \\\"altercaciones\\\" o simplemente disparates lingüísticos como “distilar” o “ a lo brutesco adornada”.





Diálogos de 90 líneas para explicarnos batallitas de los libros de caballerías. El Yayo Cervantes en su apogeo de chochez. Este capítulo es un ejemplo del enésimo error narrativo de este Lute del siglo XVII.




Como nuevas sevicias sadomasoquistas al desocupado lector, en los capítulos anteriores nos castiga de nuevo con coloquios entre Quijote y Sancho de párrafos de 50 líneas. En el anterior lo dedica - como no- a hablar libros de caballerías. Los tres capítulos detienen la narración, la ralentizan,no aportan nada a la trama (historias pedantes de caballeros andantes), sino, aburrimiento.

Esto son pruebas empíricas de la burda chapuza que es el Quijote. Avellaneda escribe mejor o le iguala con historias tan insulsas como la pendencia con un melonero.
Lo que hubiera necesitado Cervantes es un taller literario como tantos que hay en internet, cual los de literaturas.com. Allí le habrían enseñado a constreñirse en los párrafos- ladrillo y prescindir de capítulos no esenciales para el desarrollo de la trama.

Pero es que Cervantes es un pobre vejestorio de 70 años que cometía tantos errores al escribir que existen especialistas dedicados sólo a este capítulo (analizar sus fallos) como Stagg o Flores. En el capítulo 42, hace cenar el grupo un par de veces en una misma noche.(podría señalar 20.000 errores más)

Así es todo si analizas el Quijote en profundidad. Los exegetas de Cervantes son como los exegetas de la Biblia o del Corán. Fundamentalistas elevando al altar a un bandido que no sabía escribir o que lo hacía tan ampulosamente que rozaba a menudo el ridículo.Sus historias, de comic de Ibáñez, tipo Mortadelo y Filemón. Sus defensores, adeptos fanáticos en pos de la enésima experiencia escatológica.¡Alá Akbar!...¡El Quijote es Dios, y Cervantes su Profeta.!